Anticiparnos

"Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré;
mi alma tiene sed, mi carne te anhela,
en tierra seca y árida donde no hay aguas..." (Salmos 63:1)
Cuando era niño teníamos el hábito con mi padre de llegar a la iglesia una hora antes del comienzo de reunión. La razón era terminar de ultimar detalles sobre limpieza y orden. Todo estaría listo una hora antes para comenzar el culto. Pero también había otra razón: orar a Dios y disponer nuestro corazón para la comunión.
Cuando vamos al encuentro con Dios, debemos mostrar cuidado y pensar sobre las consecuencias. Para ello es bueno predisponernos en oración y súplica ante Él. Llegamos en nuestra mente con pensamientos que quizás nada tengan que ver con la reunión, entonces aprovechamos esos minutos para aquietarnos y descansar en su voluntad. También es el mejor momento para arrepentirnos de nuestros pecados y sentir que su perdón y misericordia nos dan la libertad para adorar correcta y libremente.
Es además, en esa comunión congregacional que abriremos la Escritura para escuchar su voz, entonces, nuestra prioridad será correr rápidamente a buscarle con deseo de OIR.
La costumbre de llegar tarde a un culto, muestra la falta de reverencia, pereza y hasta tibieza. Quizás su alma está buscando satisfacción en otras cosas y sin dudas, su comportamiento estará marcando su estado espiritual.
Aquí va un consejo: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe, probaos a vosotros mismos. ¿O no conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" (2 Corintios 13:5)
Escribe Spurgeon: "Aquel que anhele realmente a Dios, lo anhela en este mismo momento."
Les animo a retomar esta buena práctica de anticiparnos al comienzo de un culto para disponer nuestros oídos a escuchar y tener comunión.